martes, 13 de enero de 2009

¿Quién teme a Terry?



El mundo de la moda nunca hubiera imaginado que las grandes campañas publicitarias pudieran estar protagonizadas por la estética gamberra y pornográfica que caracteriza a Terry Richardson.
Marcado por una inestable infancia tras el divorcio de sus padres, este neoyorquino producto de Hollywood ha convertido su máxima "desnudarse es divertido" en un estilo de vida que abarca desde la espontaneidad de una fotografía, hasta sus polémicas incursiones en la publicidad de las grandes marcas de moda. Con el background de su propio padre Bob Richardson en la mochila -quien gozó de notable reconocimiento como figura underground de los sesenta-, Terry comenzó a fotografiar su entorno con un estilo casi documental sin decaer ante las críticas que le encasillaban en un simple amateur.
Sin embargo, la exposición de sus primeros trabajos en la irrepetible Alleged Gallery de Aaron Rose y la previa obtención en 1993 del premio a la "Best New Fashion Story" del año, llamó pronto la atención de influyentes personalidades como Phil Bicken, - el flamante director de la revista The Face, que al igual que firmas como Sisley, GUCCI o Tom Ford no dudó en contratarlo-, sin olvidar sus innumerables publicaciones en revistas de la talla de Purple, Supreme o el VOGUE París auspiciado por la atenta mirada cómplice de Carine Roitfeld.
En palabras de Oliver Zahm, Terry "reintroduce el sexo en la vida real ofreciendo al espectador un momento de verdad en el que no se le oculta nada". Huyendo conscientemente de aquello que no considera un desafío, las imágenes generadas por Terry entran en contacto con miles de personas día a día, aunando sexo y comedia al estilo cinematográfico de Woody Allen. Y es precisamente ahí donde el artista reta a la sociedad enfrentándola a la realidad cotidiana sin censura.
Si después de todo alguien se queda con ganas de vivir la experiencia Terry, su página web advierte: Se buscan modelos


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