Bautizada con un genérico United Nations of Bread and Butter y tras cuatro años de éxito sin precedentes, la feria de tendencias urbanas más importante de Europa celebró su octava y última edición en la ciudad condal.
Los 60.000 visitantes estimados por la organización constataron a lo largo de los 800 expositores que a pesar de la sobriedad respecto a certámenes anteriores, la crisis se había quedado a las puertas de la Fira de Barcelona. Cientos de periodistas, curiosos y fashion victims se dejaron caer en alguno de los tres días de la feria por los inmensos pabellones en los que destacaron un claro predominio de accesorios, complementos y reediciones de antiguos modelos fetiche.
Por otra parte, la rueda de prensa que convocó a los medios el último día confirmó lo que ya era un secreto a voces: la BBB se iba de España.
Tras un breve repaso por los cuatro años de idilio con Barcelona, el presidente de la feria que vino del frío, Karl Heinz Müller, aclaró que la ciudad lo había "dado todo" hasta convertirse en "el anfitrión perfecto", reconociendo el liderazgo en el sector obtenido gracias al crecimiento en la ciudad condal, a la que denominó cariñosamente fashion metrópoli. Ante el desconcierto, Heinz Müller admitió también que su intención inicial nunca fue quedarse en un solo lugar, sino "ir rotando cada seis meses". Sin especificar el destino de la futura edición -que todo el mundo ubica en Berlín-, concluyó su exposición afirmando que "es el mercado quien manda", y confió en las posibilidades de Barcelona para ocupar el hueco y las sinergias generadas por la feria durante estos años, exhortándola a "levantarse y hacer algo". Idea compartida por el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, quien ya manifestó su voluntad de iniciar otra feria de similares características aprovechando el mercado del sur de Europa.
Para finalizar, Hereu recurrió a los emblemáticos Juegos Olímpicos del 92´ al despedirse recordando el famoso himno "Friends Forever" que inmortalizó José Carreras.
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