Tal y como reza su editorial, el periódico Libération llegó esta mañana a los kioskos convertido en un subversivo "espacio de intervención artístico y político" de la mano de Ai Weiwei.
El resultado ha sido un fantástico número especial impregnado por la habitual simbología del artista. Una simbología punzante y perceptible desde la propia portada, en la que el disidente chino posa con algunos de los billetes donados por los más de 30.000 internautas -de quienes llegó a recibir cerca de 9 millones de yuanes en una semana-, para lograr pagar una multa por un supuesto fraude fiscal del que nunca se aportaron pruebas.
A través de una entrevista sin desperdicio, este iconoclasta a medio camino entre Marcel Duchamp y Andy Warhol corrobora una vez más la coherencia entre su actitud vital y artística frente al poder ejercido por el Gobierno chino. En este sentido, justifica sus polémicos desnudos -a menudo tachados de pornográficos- como un provocador acto de transparencia, exhortando a las autoridades chinas a presentarse ante la sociedad en igualdad de condiciones.
A la espera de un glasnost como el de Gorbachov, Ai Weiwei denuncia la actual corrupción, a su juicio promovida por las antiguas reformas de Deng Xiaoping, que, desde hace treinta años, han permitido a una parte de la población contradecir los principios comunistas y enriquecerse sin ningún complejo.
Una vez llegados a la mitad del periódico, un póster a doble página repleto de cangrejos de río supone la agridulce metáfora con que el artista obsequia a los lectores. Según él mismo explica, "cangrejo" es la palabra que vulgarmente se utiliza para hablar de censura aprovechando que su pronunciación coincide con la palabra "armonía". Dado que desde 2004 el Gobierno chino evoca la necesidad de tener "una sociedad armoniosa", los internautas la han adoptado como un eufemismo en tono de burla.
Pero además, Ai Weiwei también está de actualidad gracias a la exposición "Entrelacs" que el Jeu de Paume inaugura hoy en París hasta finales de abril. En ella, una selección de videos y fotografías -muchas de ellas ya difundidas a través de su blog o su popular cuenta en Twitter-, explora la transformación de China con la que el artista se encontró a su vuelta a casa tras una inolvidable experiencia neoyorquina de diez años. Esta exposición coincide también con el reciente premio especial del jurado del festival de Sundance por el documental "Ai Weiwei: Never Sorry" que la directora independiente Alison Klayman presentó sobre el artista chino.
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