Por un instante, el pasado tres de abril miles de personas en todo el mundo se plantearon a lo largo del día una misma pregunta: ¿Dónde está Ai Weiwei?. Y es que a partir de ese domingo y durante casi tres meses, el artista y disidente chino más influyente del mundo estuvo en paradero desconocido tras haber sido detenido en el aeropuerto de Pekín, cuando trataba de coger un avión con destino a Hong Kong.
Sin embargo, dada la trayectoria de Weiwei, resulta inevitable pensar que, detrás de los supuestos "delitos económicos" de los que se le acusó, en realidad no hubiera un intento por parte de las autoridades chinas de intentar silenciar de nuevo una voz discordante, aplicando una censura similar a la que en 2009 impidió conmemorar el vigésimo aniversario de la matanza estudiantil en la famosa plaza de Tiananmen.
Hijo del famoso poeta Ai Qing -represaliado y deportado durante la Revolución Cultural-, Weiwei fundó a finales de los setenta el grupo "The Stars", considerado el precursor del arte contemporáneo chino. En 1981 decidió mudarse a Nueva York, donde se instaló algo más de una década, lo que le permitió entrar en contacto con corrientes como el dadaísmo, el minimalismo o el pop art. Una vez de regreso a China, Weiwei co-fundó la "Chinese United Overseas Artist Association" y en el año 2000 comisarió la polémica exposición "Fuck-Off" en Shangay que terminó siendo clausurada por la policía. No obstante, al margen de esta puntual publicidad gratuita, lo subversivo de las obras de Weiwei sigue residiendo más en su contenido que en su continente. En este sentido, nada es casual.
Un ejemplo reciente lo encontramos en "Sunflower Seeds", la instalación con la que en 2010 llenó los 1000 metros cuadrados de la Sala de las Turbinas de la Tate Modern londinense con 100 millones de pipas de porcelana. Una alusión muy poco inocente que, en palabras del crítico de arte Philippe Dagen, "hace referencia al dogma maoísta según el cual el pueblo chino debía girarse hacia su jefe supremo al igual que los girasoles se giran hacia el Sol".
En otra ocasión, la acción consistió en destruir un jarrón de la dinastía Han con la que, a modo de catarsis, se destruían también los tradicionales valores históricos y culturales asociados a él y que hasta entonces parecían intocables. De nuevo la cerámica como hilo conductor, no sólo por el hecho de representar la industria china por excelencia, sino también por ser el mismo material utilizado por uno de sus ídolos: Marcel Duchamp.
Magnífica doble entrada !!!
ResponderEliminarAquí te dejo la que en su día le dediqué:
http://bajoelsignodelibra.blogspot.com/2011/03/ai-weiwei-arte-y-compromiso.html
Muchas gracias pe-jota !! Para mi también es siempre un placer leerte :)
ResponderEliminar