Todo parece prever que a partir de esta madrugada -hora española- el tradicional revés de las elecciones legislativas que los inquilinos de la Casa Blanca acusan en el ecuador de sus mandatos confirmará el giro hacia la (ultra)derecha del país.
Perder la mayoría de los 435 escaños que se renuevan en la Cámara de Representantes y los 37 que este año lo hacen en el Senado -la Cámara Baja y Alta del Congreso respectivamente-, provocaría con toda probabilidad llevar de urgencia al quirófano las prometidas reformas sanitaria, financiera y de inmigración de Obama que, hasta ahora, permanecían en la UCI. Por otra parte, tal y como apunta el actual número de la revista TIME, estos comicios clave de financiación ilimitada, también supondrán una lucha por la recuperación de la identidad entre las propias bases del partido republicano frente a la desconcertante irrupción del Tea Party.
Decididos a hacer de Obama el presidente de un único mandato a la espera de un Ronald Reagan redux, este autodenominado movimiento popular capaz de transformar el voto de castigo en el voto del cabreo con populistas tácticas de guerrilla jaleadas mediáticamente vía FOX News, tendrá hoy finalmente la oportunidad de legitimarse. El origen de este acelerado éxito personificado en los nuevos cachorros del partido como Marco Rubio o Christine O'Donnell -capitaneados por Sarah Palin- queda recogido en el artículo La rebelión de las élites que la periodista y escritora Irene Lozano publicó el pasado 17 de octubre en el diario El País.
Según él, "los seres antaño periféricos que solían quedar descalificados para la carrera antes de empezarla -ya sea con la presencia de un negro en la Casa Blanca, una boda gay, o ese G-20 donde los brasileños opinan sobre la economía mundial-, están arrebatando los derechos y privilegios del establishment americano -formado por hombres blancos de mediana edad y cierto estatus socioeconómico-, que, ahora, han de competir en igualdad de condiciones por un puesto de trabajo o autoridad intelectual".
Mientras tanto, los resultados definitivos testarán la permanencia del espíritu "Yes, we can", o, por el contrario, el comienzo de un doloroso "Yes, we try"...
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