miércoles, 10 de agosto de 2011

Panic (II)

La violencia vivida estos días desde que el pasado sábado un joven negro de 29 años murió a manos de la policía en el barrio de Tottenham, ha traspasado ya las calles de Londres extendiéndose a otras ciudades británicas como Leeds, Manchester o Birmingham.
Al igual que las famosas revueltas que se desencadenaron a finales de 2005 en algunos barrios de la banlieue parisina como Clichy-sous-Bois, decenas de coches y edificios fueron pasto de las llamas mientras las tiendas y pequeños comercios de la ya de por sí castigada working-class sufrían el pillaje de grupos dispuestos a llevar el get rich or die tryin' hasta sus últimas consecuencias amparados por la gratuidad de servicios tan populares como el messenger de BlackBerry (BBM), cuya navegación privada permite que los mensajes circulen encriptados vía internet, ralentizando así su rastreo.
Ante la dificultad de defender esta puesta en escena -tan radicalmente opuesta a las protestas canalizadas a través del movimiento 15-M-, David Cameron decidió interrumpir al fin sus vacaciones dispuesto a reforzar in situ la "ciudad sin ley". Para evitar que alguien pudiera pensar que el combinado de desempleo y marginalidad unido al anuncio de recortes sociales pudo tener algo que ver en el devenir de los acontecimientos, el primer ministro británico se apresuró en tacharlos de "pura y simple criminalidad". Por si acaso. Y es que Cameron ha de lidiar también con un Scotland Yard descabezado que, además de destacar por su gatillo fácil, atraviesa también la peor crisis de su historia tras verse implicado en el reciente escándalo de las escuchas ilegales que propiciaron el cierre del longevo "News of the World" con el que los británicos llevaban desayunando la friolera de 168 años.
Mientras tanto, los ciudadanos han vuelto a dar ejemplo una vez más y, escoba en mano, han organizado los primeros grupos de voluntarios dispuestos a limpiar algunas de las zonas afectadas por unas revueltas que siempre encontrarán en The Clash (London's Burning), Sex Pistols (Anarchy in the UK) o The Smiths (Panic) la versión premonitoria de unos hechos condenados a repetirse.





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