En una sociedad en la que seis de cada diez habitantes son menores de 30 años, el cambio social prometido por Mir Hosein Musavi ha sabido calar en las jóvenes generaciones de clase media, entre las que la mujer lucha por ser cada vez más visible.
Prueba de ello ha sido el activo papel desempeñado por Zahra Rahnavard, la esposa del candidato presidencial que, además de ayudarle a recabar votos durante toda la campaña, acompañó a las urnas, un inusual gesto en un país en que hombres y mujeres han de votar por separado.
La crisis post electoral que pese a las prohibiciones ha movilizado a miles de seguidores del líder reformista en una marea verde sin precedentes desde la revolución de 1979, ha forzado al Consejo de Guardianes -máximo órgano legislativo iraní- a un inminente recuento parcial de los votos que contribuya a disipar la imagen de fraude. Sin embargo, esta decisión -que en ningún caso plantea la posibilidad de anular los comicios- no ha logrado disminuir la tensión en las calles de Teherán, en las que tras siete muertos, manifestantes de ambos partidos reflejaron la grave división del país.
El implacable control de la viralidad de la información, que ha inhabilitado portales como Facebook y dificultado el envío de sms, ha provocado que muchos activistas optaran por emplear el microblog Twitter, con el fin de poder compartir sus experiencias personales en tiempo real. Esta vigilancia permanente afecta también a la prensa internacional, que trata de cubrir in situ los acontecimientos, tal y como afirma la enviada especial de TVE, Yolanda Álvarez: "Somos testigos incómodos".
Mientras tanto, podríamos esperar otros cuatro años más, al fin y al cabo si algo nos une a todos es ser expertos en acabar mirando hacia otro lado.
Como dijo la corresponsal, con las maletas ya preparadas para volver a España, mientras bajo el pañuelo su pelo se mecía con el viento:"Somos testigos de que aires nuevos soplan en este país". Ojalá así sea, y esos jóvenes no decidan por cansancio mirar para otro lado. Leyendo los comics de Marjane Satrapi, ya sabemos que desde siempre soplaron otros vientos, pero es difícil luchar contra "los elementos". Quizá algo tendríamos que hacer desde aquí.
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