lunes, 7 de mayo de 2012

Maintenant (II)

La ajustada victoria de François Hollande en la segunda y definitiva vuelta electoral de anoche supone un importante primer paso en el renacimiento de la izquierda francesa tras una ausencia en el Elíseo de 17 años. Un triunfo que será gestionado a lo largo de los próximos cinco años por un candidato por el que pocos apostaron cuando las aspiraciones presidenciales de Dominique Strauss-Kahn se truncaron a raíz del famoso escándalo del Sofitel de Nueva York en la antesala de las primarias socialistas. 
Sin embargo, apenas una semana después de la celebración del único debate electoral que enfrentó al candidato socialista con Nicolas Sarkozy, aquel "Moi, Président de la République..." -ese particular "puedo prometer y prometo" esgrimido por Hollande durante su alegato final- cobró ayer todo su significado. Peor suerte corrió el líder de la UMP, ya que en el sprint final de campaña no sólo contó con la indiferencia del electorado más radical encabezado por Marine Le Pen -que no dudó en animar a los suyos a votar en blanco-, sino también con la de los centristas representados por François Bayrou, que acabó haciendo público su apoyo a Hollande  un par de días antes de los comicios. 
Descartada por tanto la celebración en el Fourquet's -que tantos recuerdos traerá en estos momentos al presidente saliente-, esta vez la fiesta se desplazó de la calle Solférino a la plaza de la Bastilla, donde decenas de miles de simpatizantes esperaban con entusiasmo a François Hollande mientras coreaban consignas como "On l'a viré!" (¡Lo hemos echado!) o "Sarkozy, c'est fini!" (¡Sarkozy, se acabó!). Sobre un enorme escenario se sumaron también el alcalde de París, Bertrand Delanoë, Martine Aubry -rival de Hollande en las primarias, y uno de los nombres que más suenan como posible primer ministro junto al de Manuel Valls- y los ex candidatos Lionel Jospin y Ségolène Royal que, entre otros, amenizaron junto a varios músicos la espera previa a la llegada triunfal de Hollande en un ambiente similar al de la victoria de Mitterrand aquel histórico 10 de mayo de 1981. 
Poco antes de su reconfortante baño de masas, el nuevo presidente electo que, según Le Monde, propone un New Deal con el que poder batallar en pro del crecimiento económico frente a la austeridad impuesta hasta ahora por Merkozy, acababa de pronunciar su primer discurso en Tulle al ritmo de "La vie en rose". Esperemos que, de aquí en adelante, la música suene igual de bien para todos.







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