"Bin Laden ha muerto". Con estas palabras Barack Obama se dirigía en un breve y simbólico discurso a la nación confirmando una noticia tantas veces esperada que en pocos segundos daba la vuelta al mundo. Unas palabras que, diez años después de los atentados del once de septiembre, se perciben como un alentador efecto terapéutico en la moral de un país que antaño destinó las mismas energías en entrenar al mismo terrorista al que luego pretendió dar captura. La sobriedad de las únicas imágenes difundidas hasta el momento de la zona en la que presumiblemente se llevó a cabo la operación al norte de Pakistán y la ausencia mediática de un cadáver que mostrar públicamente convirtiéndolo en arma propagandística para unos y en posible mártir para otros, contrasta con la parafernalia y el exhibicionismo mostrado con Saddam Hussein como parte del proceso de fabricación de este nuevo happy ending made in USA. Desafortunadamente, el legado de Bin Laden al frente de Al Qaeda - cuya traducción viene a significar "la base"- no desaparecerá con él, ya que, como indicaba la experta en terrorismo Loretta Napoleoni en "Yihad. Cómo se financia el terrorismo en la nueva economía", para este tipo de organizaciones-franquicia, "la religión no es más que un instrumento de reclutamiento, siendo la economía su verdadera fuerza motora".
Mientras tanto, apuesto a que a las espontáneas celebraciones en EE.UU. se le sumará a partir de hoy la de Gaspar Llamazares que, convertido en involuntaria víctima colateral, podrá por fin dormir un poco más tranquilo...
Jaja, muy bueno lo de Gaspar. Pobrecito,vaya parecido le sacaron.
ResponderEliminarCuando he leído esta mañana la noticia me he quedado perpleja. Me imagino que como el mundo entero. One point for Obama.