Apenas una semana después del fallecimiento de su madre, el hallazgo del cuerpo sin vida del diseñador Alexander McQueen a pocos días de la London Fashion Week conmociona al mundo de la moda.
El sabio equilibrio entre el exquisito clasicismo forjado en Saville Row y la trasgresión impulsada por el Saint Martins College, le valió a la promesa británica del East End londinense cuatro premios al Best British Designer of the Year, consolidándolo como el indiscutible heredero generacional de la mejor Vivienne Westwood.
Apoyado hasta el final por su excéntrica descubridora y amiga Isabella Blow -que en los primeros pasos del diseñador llegó a adquirir su colección de graduación completa-, McQueen dejó latente en cada uno de sus desfiles la personal atracción que sentía por la belleza extraída de la oscuridad.
Teatral y cinematográfico, el agua y el fuego pronto dieron paso a innovadoras muestras de genialidad tecnológica, incluyendo video-proyecciones , pioneras retransmisiones on line, o la famosa aparición de Kate Moss en forma de holograma ante la unánime aclamación de un público estupefacto.
El resto de su legado más reciente quedará para siempre resumido en Bad Romance, el último clip de Lady Gaga perteneciente a la reedición de su álbum debut The Fame, otra rara avis cuya evanescencia podría llegar a ser similar, aunque por motivos bien diferentes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario