Si por algo podemos definir al pasado siglo XX es por su abundancia de iconos. Sin duda alguna, la fotografía tuvo mucho que ver en la difusión de ciertas imágenes que, en un tiempo récord, llegaban a casi todos los rincones de la orbe. A pesar de estar completamente alejada del ámbito de lo Sagrado, esta nueva Iconografía-Pop fue el objeto de deseo de un público completamente apasionado por una serie de revistas cuyo papel principal consistía en acercar las fotografías de los artistas del momento a los hogares de la clase media.
Es en aquel entonces cuando surge el fenómeno fan, y fotógrafos de publicaciones tan míticas como Rolling Stone se dedican a perseguir a los ídolos de masas para inmortalizarlos en instantáneas, posadas o robadas, que en la actualidad son consideradas como verdaderas obras de arte. Pues bien, David Bowie (Londres, 1947) fue uno de los muchos personajes hacia los que se dirigían los objetivos de los reporteros musicales; pero la personalidad del londinense les proporcionó otros elementos -creatividad, imaginación, rupturismo, androginia y elegancia- que hoy se encuentran reunidos en la exposición "David Bowie Is" del Victoria & Albert Museum, abierta al público hasta el 11 de agosto.
Confieso que con Bowie peco de mínima objetividad, pero realmente pienso que ésta es una muestra más que merecida, ya que pocos artistas entendieron tan bien como él que el Glam-Rock tenía la capacidad de ser un arte interdisciplinar en el que se podían conjugar la música, la interpretación escénica y cinematográfica, la moda y la originalidad llevada al extremo. Prueba de ello es ese alter-ego que el cantante se sacó de la manga: Ziggy Stardust, un alienígena llegado a nuestro horrible planeta para dar una lección a los terrícolas de la época, quienes asistían estupefactos a los contoneos glam de semejante ser... que acabaría suicidándose sobre el escenario. Pero tranquilos, a Ziggy le seguirían otros personajes que actuarían como metáfora de cada etapa creativa de Bowie: Aladdin Sane o El Duque Blanco, roles que le llevarían casi a la esquizofrenia y que a nosotros, como admiradores, nos obliga a preguntarnos quién es el verdadero David Robert Jones (nombre real del artista).
Para ayudarnos a ello, la exposición de Londres gira principalmente alrededor de los años 70 de la carrera de Bowie, ya que fueron los más fructíferos, tanto por el número de obras como por su calado conceptual. Así, en ella podemos encontrar documentos gráficos, vídeos, notas manuscritas y testimonios del propio artista que conforman un mosaico gracias al cual los espectadores tomarán un contacto real con el Planeta Bowie, muy presente en el imaginario colectivo gracias también a los continuos homenajes de músicos (Alaska y Dinarama) o cineastas (Jean-Marc Vallée, director de "C.R.A.Z.Y."). De este modo, al contrario de lo que podría parecer, esta retrospectiva no es una despedida de Bowie, sino todo lo contrario, ya que ésta coincide con el lanzamiento de su nuevo y esperadísimo álbum "The Next Day". Esta exposición es más bien la celebración de que tenemos Bowie para rato. Estaremos atentos a la nueva odisea de este extraterrestre de ojos dispares.
Colaboración especial para MONEYSHOT de María Condado _ Historiadora del Arte
No hay comentarios:
Publicar un comentario