martes, 22 de noviembre de 2011

Reflexión (II)

Concluida la campaña electoral, el pasado sábado el periódico Le Monde publicó "con la ayuda de nuestros amigos de EL PAÍS" una edición especial dedicada a España que llegó a los kioskos en plena jornada de reflexión. Una apuesta editorial que, según el rotativo francés, se explicaba en el hecho de que, lo que sucediera en nuestro país sería "tan importante para Francia como lo que pudiera ocurrir en París o Burdeos", ya que "la crisis que atraviesa Europa hace aún más necesaria la desaparición de estas fronteras". Una prueba más de la expectación mediática que lleva generando España en estos últimos años marcados por una crisis ávida por ver cómo cae una nueva víctima por medio de las urnas.
Tras la reciente marcha de Berlusconi, la previsible baja de Rubalcaba -forzado a convocar "cuanto antes" un congreso en el que se analice el futuro del PSOE y la pérdida de más de cuatro millones de votos- deja vía libre a un Mariano Rajoy que ejemplifica más que nunca aquello de "un gran poder conlleva una gran responsabilidad". De ahí que la satisfacción de su victoria transmitiera más contención que euforia, consciente de que el verdadero triunfo no será completo hasta demostrar que la inmensa confianza depositada en él y su partido ha merecido la pena. En este sentido, el moderado tono de su discurso -pese a gozar de una amplia mayoría absoluta superando con 186 escaños la obtenida por Aznar en el año 2000-, parecía invitar a la unidad con el resto de fuerzas políticas con el fin de no asumir en solitario las consecuencias de las impopulares medidas que veremos de aquí a los próximos meses.
No obstante, además de la gestión económica, el nuevo Gobierno -que previsiblemente quedaría formado antes de Nochebuena-, deberá tener en cuenta la fragmentación de la izquierda, que ha propiciado el esperado despegue de IU contribuyendo a la debacle socialista, o el auge nacionalista en Cataluña (CIU) y, muy especialmente, el País Vasco (Amaiur). Con el apoyo confeso de la Conferencia Episcopal -que hasta ahora también había formado parte de la oposición-, y la posibilidad de poder recompensar la fidelidad de los marianistas de su partido, llegó el momento de saber si esta vez Rajoy será capaz de sobrevivir a la tarea de Gobierno sin que la culpa sea ya de Zapatero.





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