Paradójicamente, mientras Benedicto XVI y su séquito aterrizaba el pasado jueves en suelo español, la FAO y otros organismos internacionales se reunían en Roma "con el objetivo de hacer frente al deterioro de la situación alimentaria en el Cuerno de África" que afecta a más de once millones de personas.
En contraste con esta situación, imagino que el Sumo Pontífice habrá respirado aliviado al saberse recibido por un país cuya esperanza de vida rentabilizará con creces el coste por evangelización previsto. Ahora que las estrellas del rock consiguen a duras penas llenar los multitudinarios estadios de fútbol de antaño, la gira del Papa ha logrado congregar con éxito a la juvenil clientela del futuro gracias a la habitual sumisión política e institucional de nuestro país y varios días de promo gratis total a cargo de la televisión pública.
Impulsadas desde 1984 por el beato express Juan Pablo II -cuya figura se representa ya hasta en un musical-, las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) son a día de hoy ese clavo ardiendo al que la jerarquía católica se aferra ante la imposibilidad de frenar las constantes pérdidas vocacionales presentes entre sus filas. Sin interrogarse en ningún momento acerca de las causas de tal crisis interna, y con un discurso mucho más condescendiente hacia un Gobierno en precampaña respecto a su viaje anterior, Benedicto XVI volvió a darse un baño de masas haciendo las delicias de numerosas groupies adolescentes al borde del éxtasis acomodado en el privilegiado asiento de su tuneado Mercedes -alias "papamóvil"-.
Por otra parte, la visita papal también estuvo marcada por el rechazo de laicos e indignados contrarios a su coste económico. Así, el día previo a la llegada de Benedicto XVI, y, según lo acordado con las autoridades, la Plaza del Sol -convertida una vez más en epicentro simbólico de protesta tras el 15M-, aglutinó de nuevo el descontento en un tenso ambiente entre manifestantes y peregrinos. El desalojo de la plaza y las calles colindantes unido a las acusaciones de violencia policial -que el Gobierno se ha visto obligado a investigar-, dio pie a numerosas concentraciones de protesta en días sucesivos.
Poco antes de partir de vuelta, Benedicto Superstar confirmó que, tras un descanso de la gira, el espectáculo de la fe llegará a Río de Janeiro en 2013. Vayan ensayando.
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