sábado, 23 de mayo de 2009

Cuatrocientos golpes después

Hace 50 años, la duodécima edición del prestigioso Festival de Cannes, que en pocas horas desvelará el palmarés de 2009, consolidaba la innovadora nouvelle vague otorgando a François Truffaut el premio a la mejor dirección por la autobiográfica Los Cuatrocientos Golpes.
Con una expresa dedicatoria a la memoria de André Bazin -uno de los fundadores de la revista Cahiers du Cinéma que pronto se convertiría en embajadora intelectual del movimiento- por quien sentía una gran admiración, la nueva ola francesa, que toma su nombre a raíz de una encuesta publicada en las páginas del semanario L´Express por la periodista Françoise Giroud, encuentra en Cannes el escenario perfecto para exhibir ante el mundo el anti academicismo cinematográfico de narraciones inolvidables como Hiroshima, mon amour que Alain Resnais presentó fuera de concurso.
Siguiendo el camino abierto por Claude Chebrol en Le Beau Serge, considerada la primera obra en dar oficialmente el pistoletazo de salida a autores de la talla del polémico Jean-Luc Godard y su Al final de la escapada, la nouvelle vague gestada en plena era gaullista reivindicó una revolución en los planteamientos precedentes recuperando el rol del director y el empleo del montaje como base imprescindible para desarrollar una expresividad liberada de toda norma. Así, cámara en mano y filmando en exteriores, el realizador comienza a rodar retratando un París inédito hasta la fecha en el que, alejado de las costosas producciones del convencional cine comercial, se fue creando el nuevo star system francés representado por la atractiva figura de Brigitte Bardot, la musa de Louis Malle tras Los amantes, Jeanne Moreau, o el propio alter ego de Truffaut, Jean-Pierre Léaud.



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